Nos urge una identidad digital que nos facilite la vida

La constante evolución tecnológica ha hecho que los Estados se enfrenten a la necesidad de salvaguardar a sus ciudadanos en medio del ecosistema digital en el que estamos inmersos.

En este contexto, garantizar la identidad de las personas es una prioridad, principalmente a través de la implementación de mecanismos de confianza que impliquen su seguridad. Además, debe estar respaldada por leyes y normas que fomenten, entre otros, la protección de datos personales, la prevención de suplantaciones, la duplicidad de información y un acceso fidedigno a bases de datos, protegiendo de esta manera al ciudadano y a la sociedad digital.

Es el momento para que los Estados desempeñen un verdadero papel facilitador en las interacciones entre todos los ciudadanos y, a su vez, de estos con entidades públicas y privadas. Se debe garantizar que toda la población tenga acceso a mecanismos, soluciones y servicios de confianza, independientemente de las brechas tecnológicas que puedan existir, generando así sociedades más equitativas, a la vanguardia de los requerimientos actuales.

¿Por qué la identidad digital juega un papel tan importante?

El documento de identidad nacional desempeña un rol fundamental como mecanismo de autenticación en diversos contextos. La gestión y posibilidad de compartir la información relacionada con la identidad ha experimentado una evolución sin precedentes en los últimos años, influida por las leyes de protección de datos personales.

Cuando nos sumergimos en este ámbito y utilizamos el documento de identidad para autenticarnos ante servicios de salud, educativos, empleos, subsidios, accesos a edificaciones, entre otros, ya sea en formato físico o digital, estamos llevando a cabo un proceso de autenticación con diversas personas o entidades que requieren verificar la veracidad de la identidad declarada por el individuo.

Esta evolución se manifiesta en el establecimiento de vínculos de confianza con terceros, ya sean empresas o individuos. Este proceso permite la interacción a través de mensajes notificaciones o compartición de documentos que pueden tener trazabilidad y no repudio jurídico, generando una confianza recíproca entre las partes involucradas. Proporciona agilidad en la vinculación y formalización de relaciones, haciéndolas más eficientes y seguras entre las partes.

Esto a su vez posibilita una experiencia más sencilla y precisa, otorgando a los ciudadanos un auténtico control sobre sus datos personales.